Al hablar de retórica, estética, semiótica, etc. lo único que se me viene a la cabeza es…. PEREZA, pero al leer y entender textos como éste, se me empiezan a aclarar muchas cosas, como el hecho de la comprensión de algunas imágenes y textos que he visto durante toda mi vida y “los comprendo” sin nunca saber por qué. Las experiencias, las imágenes vistas alguna vez, las lecturas, las clases de historia y muchísimas cosas “aburridoras” son ese factor que nos ayuda a entender los mensajes transmitidos por el artista en una fotografía, una novela, un cuadro, un artículo o cualquier expresión artística; mucho más, si ésta tiene el fin de comunicar o vender. El proceso por el cual pasa un mensaje desde el emisor a ser entendido por el receptor, no es de simple apreciación o de cómo lo capta el receptor final desde su punto de vista personal o crítico. Cuando captamos un mensaje no solo lo procesamos, sino que nos vienen a la cabeza inconscientemente todos estos componentes de la retórica haciendo que comprendamos finalmente (en algunos casos) lo que el emisor nos quiere decir. En cuanto a la construcción de la pieza publicitaria, son utilizados la mayoría de estos elementos, obviamente algunos más que otros, pues por el afán de vender muchas veces el publicista común deja a un lado el toque artístico que muchos tratan de darle, pero finalmente necesitamos utilizar la retórica como factor fundamental en las piezas publicitarias. Más si el fin es impactar o marcar la diferencia entre un mar de consumo y de productos en competencia.
El análisis de imagen y la literatura a través de la historia nos ha sido posible por medio los siguientes componentes básicos retóricos, Adjunción, compuesto por Repetición, (Aliteración, Anáfora, Anadiplosis, Epanadiplosis, Reduplicación, Paralelismo, Paréntesis), Similitud, (Paronomasia, Sinonimia, Gradación), Acumulación, Oposición, Antítesis y Doble Sentido y Paradoja; Supresión que contiene la Elipsis, y Zeugma; las figuras de Sustitución que son sinécdoque, Hipérbole, Metonimia, Metáfora, Alegoría, Personificación o Prosopopeya e Ironía; y las últimas figuras son las de Intercambio, entre las cuales cabe nombrar la de Inversión, Anacoluto, Préstamo e Hipérbaton. Si es necesario nombrarlas todas para aclarar que las entendí? NO. Son tan complejas como sus nombres, pero con seguridad hemos utilizado muchas de ellas en el proceso de comprensión de las imágenes o textos que nuestro cerebro consume diariamente. Durante un aproximado de 14 horas estamos expuestos a diferentes clases de información publicitaria, cientos de spots radiales, gráficos y televisivos que debemos procesar queramos o no, pues utilizan métodos que nos obligan a asimilar sus mensajes e incluso muchas veces a consumir el producto o servicio que intentan ofrecer.
Leer textos como éste, entender cómo funciona la semiótica, aprender sobre como utilizamos y asimilamos signos y símbolos durante cada instante de nuestras vidas no solo es información importante para el aprendizaje, ni como explica el autor, “para crecer como docentes a la hora de abrir nuevos caminos en el conocimiento de la imagen” sino, sencillamente para entender cómo funciona nuestro cerebro, mente e impulso y así mismo manipularlos en otras personas.